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Beto Silva en la mira de Hacienda, su candidatura está en riesgo.

Además de que no tiene posibilidades de ganar por ser un pésimo candidato, pero sobre todo también por ir en esta elección con un partido pequeño como el partido verde (PVEM) que no representa nada, el duartista Alberto Silva Ramos tiene cuentas pendientes con la justicia. La Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) mantiene abiertas varias carpetas de investigación en su contra por diversos delitos.

Durante su carrera delictiva, Silva acumuló, además de riquezas, múltiples acusaciones de desvío de recursos en complicidad con el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa. Toda una fichita. Lástima que ahora ya no tiene la protección del hoy preso en el Reclusorio Norte.

A pesar de la investigación que le sigue la UIF de la Secretaría de Hacienda por enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y desvío de recursos derivado de la denuncia presentada por otra fichita, Emilio Lozoya Austin, exdirector de Pemex. Y seguirán saliendo más acusaciones de delitos.

Para esto, usó a su secretaria y amante como prestanombres, es decir, ejerció violencia de género, por ocupar un puesto jerárquico superior al de la víctima. Lo cual muestra la clase de abusos de la que es capaz haciendo uso de su machismo y del poder que entonces le confería el puesto.

Y que se agarre porque tampoco está cerrada la investigación de la Fiscalía General de la República por el caso Odebrecht por su vinculación al caso de los sobornos que la constructora pagó al gobierno de Veracruz para obtener contratos de obra pública y los 500 mil dólares que inyectó a la campaña de Duarte en 2010, entre más acusaciones.

Para los tuxpeños bien nacidos, Alberto Silva Ramos es una vergüenza. Sus días en libertad podrían están contados; por eso quiere el fuero a como dé lugar, pero, en lugar de eso, pagará por sus crímenes y se irá derechito a dónde van los corruptos, sinvergüenzas y cobardes.